Corriendo por esas calles
estrechas y oscuras,
por donde el sol ya no alumbra,
ni la aves anudan en las cornizas,
ese túnel oscuro por donde voy,
valiente y decidido,
como aquel felino que por el alimento
se juega el pellejo y su destino,
por esas calles que retumban mis
pisadas ya no volveré a pasar,
porque he aprendido a seguir tu luz,
aquel puntito brillante en el abismo
solitario del no ver,
del no saber ver,
jamás me verás otra vez andando por aqui,
jamás suplicaré luz,
porque dentro de mi corazón está la luz
que necesito,
y eso me basta.
Edgardo Vidal.
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